sábado, 12 de julio de 2008

quien roba a un ladrón...puede acabar en su misma celda

Si hay algún robo en esta vida del que merezca la pena ser víctima, es el de la sonrisa. Y de las dos lecturas que una sonrisa robada puede ofrecer (que a efectos prácticos hay dos;la que te deja sin y la que te deja con, como la cerveza) me refiero a al robo de esa sonrisa que se lleva dentro pero no se asoma hasta el momento de dicha sustracción, en el cual se te queda perenne en el rostro y, a falta de recordar el motivo, se va paulatinamente tras un largo periodo de estancia.
Ahora es cuando uno desearía escribir palabras de augurio, un registro que sea testigo de un "lo sabía", una prueba irrefutable de una visión, pero he aquí la limitación; estas palabras apenas contienen una chispa de lo que una cabeza no puede dejar de procesar cuando le roban una sonrisa "con".
De todas maneras, y abanderando un sentimiento impropio de lucidez mental en estos casos, resta poco más que abogar por esas sensaciones a atesorar, esos momentos que para uno se quedan, y el impune robo de una sonrisa a la autora del cual nunca juzgarán y de la que espero sea reincidente del delito, con alebosía y premeditación.

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