martes, 14 de julio de 2009

no sin antes hacer mención...

Supongo que era la primera vez que me fijaba. Tu expresión, con esa media sonrisa y los ojos medio abiertos, casi entornados, mirándome divertida mientras me acababa de vestir. Me sentía grande, feliz..aún a sabiendas de que no volvería a verte así más. Y mientras me acercaba a despedirme, tú seguiste con esa cara que poco a poco se grababa para siempre en mi memoria. Un beso en esa mejilla que tenias tan sonrojada y caliente selló un momento privilegiado. Ya no quise ni girarme para volverte a ver así por última vez, cogí mis cosas y cerré tras de mi la puerta lo más suave que pude.
Apenas cinco horas después de todo aquello estaba sentado en un inmenso comedor blanco, frío y abarrotado de gente que se me antojaba aún más fría. Justo enfrente tenía a uno de los veteranos, a saber cuantos años y cuantas historias podía explicar ese personaje medio arrugado que daba cuenta del plato como si fuese el último de su vida. Lo observé durante un buen rato y me hice una idea de quién y como podría ser ese hombre; alistado por no tener otra cosa mejor, deshinibido de todo valor ético, que no moral, había llegado a hacer las cosas de manera tan natural que daría la sensación de estar por encima de todo lo que le rodease y tanto le daba que fuese ahora o dentro de un momento, si había que marcharse, se iba, si se tenía que acabar, pues se acababa, y punto.
No había empezado a tomarme el café de calcetín que en mi cabeza se antojaba muy lejano el olor de las sábanas, y sin dejar de observar todo lo disimuladamente que podía al personaje que tenía enfrente, me di cuenta de que no quería acabar así, de que yo me merecía un algo más, pero que al fin y al cabo, apenas un instante me separaba amí y al resto de la gente de ese comedor, del personaje arrugado.