viernes, 15 de octubre de 2010

Sin saber tampoco ocupo un lugar

¿Cómo descifrar el secreto que hay en sus ojos?
Quizás si me compro una revista de cocina.
Lo mismo si descongelo la nevera...
Puede que la respuesta esté en la tapa del último yogurt.
Me parecía igual de difícil atarme yo solo los cordones
y cien pares de zapatillas con velcro después
tuve mi primer par con cordones
y poco importa que me las quite sin desatar.
¿Y si tiño al gato de la vecina?
(no tiene mucho que ver, pero era una sugerencia)
Probablemente debería comprarme un traje de espeólogo.
O no, pero la idea de llevar una linterna en la cabeza me seduce.
Hay cosas que és mejor no saber pero, por las mismas,
llevo ya muchas partidas al Trivial calladito
y sin quesitos que llevarme a la ficha.
¿Cómo descifrar el secreto que guardan sus ojos?
Casi mejor que se lo pregunte,
casi mejor que me lo calle,
casi mejor que así quede,
casi mejor vaya a por un flan, de esos que he hecho esta tarde
que como dijo aquél; "me encanta que los flanes salgan bien"
Y con lo que hay en la encimera, hoy juego sobre seguro,
que si lo otro me resulta un secreto, quizás es porque no deba enterarme.

viernes, 8 de octubre de 2010

Dí lo que dí, dilo.

Dí mi palabra. De todo lo que puedo tener, que a veces es mucho y otras muchas poco, es de lo más preciado que puedo dar.
-No te dejaré sola.
Y allí permanecí, quieto, callado, observando.


La historia es así de breve, ahí se acaba, poco después de empezar. Y donde se acaba comienza otra cuyo fin será sólo el mio. Una historia que empieza cuando soy yo el que se queda solo, cuando es ella la que se va y me deja viviendo un cuento en el que la princesa está sólo en el recuerdo, y los dragones, y los piratas, y los ogros, y las brujas, y los malvados, y los hechiceros rencorosos desfilan, hacen la puñeta y caen vencidos, pero sin gracia, ni frase solemne, ni recompensa, ni abrazo... tan sólo caen vencidos y punto, sin final feliz. Una historia que se escribe porque sucede y porque otra historia que se escribió apenas duró unos renglones.

Dí mi palabra. De todo lo que puedo tener, que a veces es mucho y otras muchas es poco, es de lo más preciado que puedo dar.
-No te olvidaré nunca.
Y allí permanecí, quieto, callado, escribiendo.

martes, 24 de agosto de 2010

mala praxis

Olvidaste pronunciar mi nombre. De todo lo que me podías hacer vas y olvidas pronunciar mi nombre. Te compro tu oferta de persona sin tan siquiera mirar el precio, me intercambio contigo dejando a un lado la cantidad y procurando la mejor calidad... y tú, tú, olvidas pronunciar mi nombre.
Vengo de demasiado lejos, y aún me queda mucho por caminar como para que ahora me pare. He compartido un trozo del camino contigo, he dado buena cuenta de ello y, aunque reconozco que pensaba que caminaríamos un poco más juntos, era de esperar que tarde o temprano tuviese que recordarte por estar lejos de mí. Lo que no era de esperar es que dejaras a un lado lo que sabías de mí y de la manera más absurda olvidaras pronunciar mi nombre.
Me valgo de todo lo que se puede contar de mi andadura para decirte que tarde o temprano entenderé por qué olvidaste pronunciar mi nombre; ahora soy incapaz de entenderlo, pero habrá ese día en que abra los ojos más de lo normal, mire al cielo y sonrría... y puedo asegurarte que en ese momento los dos nos alegraremos de estar lejos el uno del otro.

viernes, 23 de abril de 2010

la causalidad existe

Ha querido la Historia que así sean los hechos, nacidos de la causalidad en el cruce de estos nuestros caminos. Muéstrate con respeto y dignidad, pues he aquí un punto de inflexión en tu camino.
Si bien ha sido la bravura fiel acompañante de tu nombre, ahora no es más que una palabra minúscula puesta a prueba ya que lo que tienes ante tí avanza decidido y corres las desdicha de que viene con los ojos abiertos.
Teme al enemigo que, cuando el resto apreta los dientes y enfoca las tensiones interiores en sus puños cerrados, gritando para dar miedo y acallar el suyo propio, se mueve relajado, sin apenas pestañear, premeditando cada golpe y calculando raudo el siguiente, sopesando cada objetivo, sin mayor preocupación que ser el único en quedar en pie.
Ha querido la Historia que así sean los hechos. Inútiles son las pinturas que te maquillan un destino mejor, ni armadura que te resguarde del huracán violento que ahora mece tu mundo. Cuentas con la fidelidad de unas armas tan rígidas como tu corazón ahora y haces por matar primero con la mirada, que lejos de amedrentar, se ve desbordada por ese atisbo apocalíptico que es la duda de existir otro minuto más. Todo poco válido porque, cuando el contacto ya es inminente y habiendo descubierto la verdad universal que será imposible revelar con el último suspiro de vida justo antes de tu último gesto en este mundo, tendrás en tí la prueba inequivoca de que en tu camino, ni el agua ni los manjares, ni el Sol ni la Luna, ni los aciertos ni errores, ni lo bueno ni lo malo, sino las personas con las que has ido caminando son la prueba definitiva de que lo has hecho bien.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Sinestesia no hay paraiso

Será aqui dónde escriba todo aquello que se entorpece en el habla, pues refugiado en la ficción, todo atisvo de verdad queda relegado a la fantasía de lo fantástico y lo poco probable.
No hace mucho que he podido volver a ponerme en pie sin apretar los dientes, que he vuelto a abrir una libreta sin apretar los ojos, que he vuelto a pensar en ella sin apretar los puños. No hace mucho que he vuelto a inventarme para caminar por este mundo un rato más.
Hay un mal común del que poco se habla, porque no se ha de hablar, pero que existe; el mal de las palabras que invaden la cabeza en el momento justo, que dicen exactamente lo que han de decir, explendor de la comunicación, mágnifico mensaje, estructura y léxicos de alta cirugía que se pierden para siempre al poco de nacer. El mal del destiempo, de ver como se resbalan las mejores palabras, las que podrían cambiar el mundo, tu mundo, y no poder retenerlas. El mal que no tiene un bien por el que venir.
Quedando relegado a este pequeño rincón, aún cabe la esperanza que leas en mis ojos, en mis dibujos, en mis creaciones, en mis tonterías, en mis letras a medio peinar, todo aquello que se me ha resbalado de las manos, que no he sabido conservar, que no he podido darte, porque era tuyo, porque era para tí...

miércoles, 10 de febrero de 2010

cosas que pasan...

La pata le dijo al pato:
- Eres palmípedo, y no gato
Y el pato le dijo a la pata:
- ¿Y porqué mi pico tu pluma no cata?
La pata al pato respondió:
- Por que no recibe quien no dió

¡Cuánto gas tiene la gaseosa! Y la de burbujas que en la copa se posan. Grato fenómeno carbonatado al paladar que se inicia en el cortejo del bravo elemento en el continente; los ojos se recrean en ese sinuoso baile mientras el gaznate suspira por el cosquilleo que esa comparsa a su paso le ha de proporcionar. El helor que desprende el brebaje contagia la mano que lo ha de llevar a esa boca sedienta, esa mano que apenas contiene la emoción y embargada por el sentimiento se ve presa de una debilidad momentanea. Apenas unas décimas de segundo son suficientes para que la copa se precipite al suelo, rompiéndose en mil pedazos, derramando irremediablemente la promesa del placer en forma de líquido, y promoviendo unas palabras que retumban en la sala:
-¡¿Pero tu estás tonto o sólo opositas a la plaza?!

La pata le dijo al pato:
-¡Pato, pita!
Y el pato le dijo a la pata:
-¡Pata, puta!

jueves, 21 de enero de 2010

Si alguna vez pude tener sentido al escribir...
Hoy pasará y mañana será otro día, ni siquiera estoy seguro de que pueda acordarme de este día tal y como debiera. Yo no, pero se que hay personas que no solo no lo van a olvidar, si no que lo tendrán a fuego para el resto de sus días. Y no voy a poder hacer nada para que eso no les duela.
Qué cierto es aquello que lo que no digas puede que no tengas otra oportunidad para decirlo pero si algo me alivia es que no hay nada que no haya dicho, salvo una sola cosa.
Ahora monto en bici, buceo, siento un cosquilleo con unos aromas concretos, puedo hablar de cosas de las que estoy seguro no son importantes, pero hacen buena tertulia... ahora soy un poco como soy y tengo a quién se lo debo en parte. Ahora puedo tocarme una cicatriz que ya está curada, pero que hubo que curarla, sé a que saben cosas que hubo que pescar y cocinar.
No puedo escribirte, ahora ya es tarde, no lo hice cuando estaba a tiempo. Hace tiempo que dejaste de darme la mano para cruzar, de advertirme, de enseñarme, de tratarme de igual a igual, de tratarme con respeto, de tratarme con cariño, tanto de todo eso que me procesabas y que sabes que yo a tí también. Por eso no te escribí antes, por eso no puedo escribirte ahora. Porque ya sabíamos todo lo que hacía falta, estaba demostrado.

Nada que decir porque todo estaba dicho, salvo una sola cosa.

GRACIAS