jueves, 17 de julio de 2008

chinchetas no hay paraicho

Y dijo textualmente:
- No puedes matarme, pues un muerto soy y, com tal, confío en tu buen criterio y comprendas lo absurdo de intentar matarme.
Y dije textualmente:
- No mentís en absoluto, pues muerto sois, muerto estais y doy fe de que sólo con su experiencia se puede morir así de bien.

Dos horas sin beber nada, mucha calor, y mucha sed. No veía la hora de poder echar un trago en la fuente de agua que estaba tan cerca; la boca se me iba resecando, y sólo pensaba en el agua fresca, pero no había manera, cada vez que me disponía a ir a la fuente, una cosa u otra se interponía. Así durante dos horas largas y quizás algo más hasta que al final estaba delante de esa fuente. Es en estos momento cuando el mundo parece que gire más lentamente. Me incliné un poco, apreté el mecanismo y un chorrillo de agua se dirigió hacia mis labios, que estaban en disposició y predispuestos a recibir ese agua al principio tibia, pero que en segundo se torna fresca. ¡Ah! qué placer más grato, más mundano pero tan pleno. Beber con sed, tener de lo que quieres, en cantidad comedida pero constante y disfrutar del cada segundo, de cada sensación, con los sentidos trabajando al 101%. Y en medio de tal éxtasis se cruzó un pensamiento que nada a cuento venía y muy relacionado estaba; mi posición corporal era cómoda, mis labios posicionados para la ocasión y una sensación de las que da vida... aquél beso que alguien me dió volvió a la memoria. Beber con sed me recuerda un beso, puedo beber más o menos cuando quiero, besar no siempre, pero bueno, durante un momento fué una conjunción curiosa.

Y dijo textualmente:
-Estás matando un muerto, y cual marinero sin puerto, por la tierra vagarás.
Y dije textualmente:

- Pues que usted la muera bien.

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