domingo, 27 de julio de 2008

gastronomías razonables

Quiere la naturaleza que el garbanzo sea cocido, previo remojo y no perdone una interrupción de su cocción bajo la amenaza de tornarse duro. Y quiera que de la misma forma, anden por el mundo personas a las que, en su proceso de cocción, alguien metió un objeto metalico en su olla y aquello que estaba destinado a estar blando acabase siendo un garbanzo mal cocido.

-Hola.
-Hola.
-.....
-.....
-¿No me vas a dar dos besos?
-....Sí, claro.
-Bueno, me voy.
-Vale, hasta luego.
-¿No me vas a dar dos besos?
-....Sí, claro.
Y es justo después de ver una espalda alejarse cuando uno se pregunta a cuanto se cotizan sus besos sociales.

Ignoro quién metió la cuchara, si alguién quitó a destiempo la olla del fuego, o si simplemente la materia prima tenía que quedar dura te pongas como te pongas, pero de todas formas creo que se podría ahorrar poner a prueba una dentadura que tan sólo pretendía cenar garbanzos porque garbanzos eran lo que se cocía; como si hubiesen puesto a hervir unas patatas...

1 comentario:

Vera Pino dijo...

Ya tengo kontento a mi nino gande?