sábado, 3 de mayo de 2008

Noches de mango y sartén

Noche de luna llena en un lugar demasiado desapercibido como para que importen los gritos, menos si ya estás ahí.
Ya tiene a todas sus víctimas, cazadas una a una. Anticipándose a sus movimientos, burlando la escasa luz y aliándose en las sombras han ido cayendo todas menos una, la última, la que acaba la partida, la que lo hace ganador, y la tiene muy cerca...
Una vez más, sus pasos enmudecen, su respiración se ralentiza, y sus sentidos trabajan al unísono. Algo es diferente esta vez, quizás esta última pieza es más inteligente, o ha sido un golpe de suerte, pero se ha dado cuenta de su presencia. Dos miradas se encuentran y empieza una persecución desesperada; la perseguida no quiere acabar, el perseguidos esta sólo dos pasos por detrás de la victoria.
Un considerable desnivel en el camino hacen coger ventaja a la que se niega a ser víctima, cada vez está más cerca de la salvación. El cazador se imprime más ritmo pero no la alcanza, por primera vez en toda la noche ve peligrar su trabajo. A pocos metro vista, divisa a todas las víctimas del despiadado que la persigue; ahí están, apoyadas en una pequeña fuente, medio apiladas. La escena le sacude en el cerebro y junta todas las fuerzas que le quedan para correr aún más rápido, si cabe, por ella y por los demás, para que no gane, esta vez no.
El cazador se da cuenta segundos antes de que pase, que ya ha acabado todo, que se le ha escapado su oportunidad. Está a punto de perder....deja de correr para desplomarse de rodillas en el suelo. Con los brazos en cruz, rompe el silencio con un grito que, de estar un poco más cerca de algo, hubiese estremecido a quien lo hubiera escuchado.
Ella sonrie, ha dejado de ser víctima, pero aún desconfía, asi que sigue corriendo hacia esa pequeña fuente donde descansan las que no lo consiguieron. Pone su mano en la piedra y con la voz repleta de orgullo, exclama:
- ¡Salvo por todos mis compañeros y por mi primero!
Arrodillado, con los brazos en cruz, cansado, casi sin aliento....y te toca volver a parar.

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