lunes, 12 de mayo de 2008

Nos conocimos con las manos manchadas, y las manos manchadas nos dádamos sin pudor.
Con las manos manchadas nos abrazamos, y con las manos manchadas ahora sólo quedo yo.
- No me puedes pedir eso...
- No te lo estoy pidiendo, simplemente te digo que saltes.
- Sabes que no puedo.
- Como si fuese la primera vez...
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Qué quieres hacer?
- No te entiendo...
- De sobras me entienes
- ¡Pero háblame claro!
- ¿Ves? a eso me refiero. No voy a explicarte lo que ya sabes, esta vez no te lo voy a servir en bandeja. Mis palabras no van a volver a darte coartada, asi que...salta.
- No voy a dejarte solo.
- ¿Ah, no?
- No.
- ¿Y por qué estoy hablando solo?
- Quizás porque yo soy más tú que tú mismo.
- Quizás... pero salta.
Nos conocimos con las manos manchadas, y las manos manchadas nos servían de unión.
Nunca aquellas manchas significaron nada, pero tú te las limpiaste... y yo no.

No hay comentarios: