lunes, 29 de septiembre de 2008

de las nueces blandas

- Caballero, creo que se le ha caído algo...
-¿Perdone?...Ah....Sí....Sí,sí,sí...Muchísimas gracias.
-No hay de qué.
Cuando a uno se le caen los susodichos al suelo, es de buen agradecer que alguien ajeno se interese de manera altruista y le indique dónde se hallan. La raza humana no está del todo echada a perder.

Sonó el teléfono, una voz habló, y se me cayeron al suelo.
El teléfono no sonaba, no oía su voz, y se me cayeron al suelo.
Cuando a uno se le caen los susodichos al suelo, no atiende a razones y menos entiende los motivos por los cuales andan rodando despegados de su sitio natural. La raza humana es harto compleja.

-Tengo Sugus.
-¿Tienes Sugus?
-Sí, tengo Sugus.
-Entonces, ¿tienes Sugus?
-Creo que es lo que he dicho, tengo Sugus.
-No hace falta que te pongas así, que yo sólo quería un Sugus.
-Pero es lo que te estaba diciendo, que tengo Sugus.
-Pues ya te los puedes meter por donde te quepan tus Sugus.
-Bueno, será mejor que me vaya.
-Eso, tú, vete. Yo sólo quería un Sugus.
Y así, sin otro particular que añadir, se alejó del lugar que a partir de entonces le traería desdichados recuerdos, con los bolsillos llenos de Sugus, y abandonando a su suerte a dos cojones que nunca podrían explicarse a cuento de qué se despegaron para rodar y rodar en un entorno frío y hostil.
Cuando a uno se le caen los susodichos al suelo, se alegra de que sea algo metafórico, por mucho que el dolor sea el mismo, aunque en otro idima, si cabe. La raza humana es bípeda.

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