jueves, 18 de septiembre de 2008

cruzando voy, cruzando vengo, vengo

Se cruzan en mi cabeza palabras con sabor a turbio fresco,
me embriagan un poco y me reconforta su sabor, pero no calman mi sed.
Cruzan de un lado para otro dejando un rastro de perfume,
son palabras que se me antojan bellas y ellas lo saben.
Van de un lado para otro y yo me ensimismo con su trayectoria
pero no deja de ser un acto cruel por mi parte.
Ellas van de aquí para allá porque desean salir de mi cabeza y ver mundo,
desean salir por mi boca y encontrarse con el sentido de su existencia.
Nacieron para ser escuchadas pero yo no las dejo salir, no porque no sean bellas,
si no porque temo algo a lo que ellas no temen; que alguien no las desee escuchar.
Son buenas palabras, tanto que en parte se resignan a cruzar por mi cabeza,
tanto que se resignan a sonar torpes el día que yo decida dejarlas marchar,
tanto que se resignan a formar parte de mi exclusivo mundo interior,
tanto que se resignan a ser palabras sordas.
Se cruzan en mi cabeza palabras con sabor, con mucho sabor,
y es mi miedo, quizás mi egoísmo, pero...no quiero verlas partir.