domingo, 21 de junio de 2009

pa relleno un botón

De llegar y tener la mesa servida para un comensal, me llama más la atención tener que merendar así que el echo de que sólo se espere a una persona; a mí.
El comedor está vacío, pero alguien se ha tomado las molestias de dejarlo todo preparado. ¿A qué se deberá? Personalmente no tenía pensado comer nada a estas horas, tampoco esperaba que nadie se preocupara de eso, la verdad, pero bueno, hay un plato puesto, una silla que invita a sentarse a la mesa y una nota en la que pone mi nombre. Esi sí,no hay vaso ni botella, pero bueno, lo mismo es un despiste... De todas formas, no sería educado hacerse el sueco, hay alguien que quiere que meriende sentado.
Pues nada, curioso y abnegado que es uno, me siento a la mesa. Lo que hay en el plato es raro, no sabría decir que és visualmente. No hay vaso, ni botella alguna. ¿Será un despiste o una señal de que lo que me espera tengo que comérmelo sin nada que beber?. Huele a algo familiar, pero no alcanzo a ponerle nombre. Cojo el tenedor, pincho un poco y me lo meto en la boca, a ver que pasa...
Mastico poco a poco y saboreo. ¡Ya sé que és!
Alguien me ha puesto la mesa para merendar y ha escogido por mi el menú. Y se quién ha sido. El sabor del plato es inconfudible: son palabras, las palabras que tenia para esa persona, que ha decidido que me las coma sólo, sin nada más para pasar el trago que mi propia saliva.
Es todo un detalle, pero me parece que se le han colado unas cuantas que no entraban es su menú. Me las comeré igual porque, como decía, no sería educado por mi parte. Si puedo le dejaré una nota de agradecimiento. No puedo decir si el sabor es agradable o no, pero juraría que esta es una merienda de dos...

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