miércoles, 8 de abril de 2009

No pude pensar en otra cosa...

Ya había tomado la decisión y mis puños ya estaban lo suficientemente entumecidos como para seguir golpeándole hasta el infinito... y luego un poco más. Mis gesto se convirtieron en mecánicos; acompasé mi respiración con el va y ven de martillazos. Dejó pronto de importarme la efectividad, porque dejó pronto de importarle a él también; aun así, no paré ni disminuí la potencia de los golpes, es más, creo que cada vez pegaba más fuerte. No recuerdo ni cuando ni como paré, pero para cuando noté que todo había acabado, ya me habían llevado lejos. No pude pensar en otra cosa.

Tenía tu cara en mente... desde que colgué el teléfono, desde que no pude decirte nada, desde que tomé la decisión. Sabía perfectamente lo que significaba; no volver a verte, pero también sabía que no volveríamos a separarnos jamás. Él no se merecía tanto sacrificio pero, ¿qué había de tí? nadie se preocuparía de lo que te quedaba por delante, para el resto de tu vida.
Yo no te he aliviado, yo no lo he impedido, yo no he hecho nada... y me da igual si no hubiese podido hacerlo, o que sería lo más sensato, se seguro que nada de lo que yo hubiera hecho te hubiese devuelto a tu vida media hora antes de que él decidiese, decidiese ser un actor relevante en tu vida. No pude pensar en otra cosa.

Ahora estoy lejos, tan lejos que no me verías ni aunque te empujase, tan lejos que no escucharías mi voz aunque pegase mis labios a tu oreja. No te sirve de nada lo que le hice, no me sirve de nada. Me llevaron lejos e hicieron por mi lo que no pude hacer por tí. No pude pensar en otra cosa.

No hay comentarios: