sábado, 21 de noviembre de 2009

I

Lo enterraron y aún así, volvió. Al resucitar se dió con la tapa del ataúd, le dolió bastante y aprendió una lección que nunca olvidaría en su nueva vida; no hay que levantarse precipitadamente cuando estás en un ataúd cerrado, si está abierto, en principio no ha de haber problemas.
El golpe partió la tapa. Nunca antes se había dado cuenta de que proceder de un círculo en el que no hay apenas dinero podía ser una ventaja. Un punto más subió al marcador de la alegría cuando vió a través de la brecha que había resucitado justo antes de que el enterrador empezara a echar arena en el hoyo. Hoyo que por cierto no fué en vano, ya que al verlo salir del ataúd, el enterrador opositó con éxito para ocupar su lugar... habría que comprarle otro pijama de madera, o cuanto menos otra tapa, pero la faena ya estaba hecha.
Una vez puesto en pié, y no sin antes trepar por el conciencudo hoyo ( prueba inequívoca de la buena realización del mismo), se puso a pensar cual sería su siguiente paso. No era como para tomárselo a la ligera; ¿primero el pie izquierdo o el derecho?

1 comentario:

kodomos dijo...

jajajaja tremendo Lexis de lujo!