Me he dejado la piel para llegar a donde no he llegado. Siguiendo mis propias creencias, debería pensar que si no he llegado es, básicamente, porque mi límite estaba por debajo de mi objetivo y que, a fin de cuentas, estoy donde he de estar por méritos propios. Eso es lo que debería pensar, y en lo que pienso cada día cuando veo como y en qué lugar me ha dejado mi andadura hasta ahora. Todo un debate interno.Me he dejado la piel, he quemado más mecha de la que tocaba y posiblemente la traca final explote antes de lo que estaba previsto. Mi tiempo es menos tiempo, pero no por eso veo las cosas más intensamente, ni pienso más claro y ni aprecio cosas que antes no apreciaba. Pienso y aprecio con la misma intensidad que antes, y sigo añadiendo mis experiencias a esos pensamientos y aprecios. Cada día nuevo no me resulta un premio porque cada noche no me es concluyente. Sí que quizás sienta un poco más de realidad, pero con la misma misticidad que he tenido siempre.
Me he dejado la piel y muchas cosas buenas atrás. He tenido que prescindir de cosas realmente buenas por intentar aligerar mi equipaje. Porque las fuerzas iban mermando y puestos a asumir riesgos, solo podía asumir el mío propio. Una cosa es el lamento y otra cosas es engrosar en número de víctimas.
Me he dejado la piel y se me ha reconocido el mérito por llegar lejos. Está muy bien, pero llegar lejos era inevitable para llegar a mi objetivo. Me descoloca, porque no acabo de ver la satisfacción de que te reconozcan el mérito de algo que, al fin y al cabo, te recuerda que no has llegado, que has dejado cosas por el camino que no volverán, que te has dejado la piel para recalar en el limbo, y digo recalar porque, evidentemente, hay más por hacer.
Me he dejado la piel y, mientras haga por llegar donde quiera llegar, desaprueba, ignora, critíca... abrázame si crees que me lo merezco, pero no me des dos palmaditas en la espalda, porque puede que te corte las manos.
jueves, 18 de octubre de 2012
miércoles, 22 de junio de 2011
nana de ná
Canta, cuenta y dile al viento
que no es eco, que es tu voz.
Deja que se vaya ya el silencio,
rápido y lento, de dos en dos.
Junta los hombros, y enseña tu "no sé"
haz una mueca, y diviértete de no saber
que al fin y al cabo, y por una vez,
puede que salga bien.
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